Cuántas voces? Cuántas garantías? Cuántas manos? Cuántas suelas? Cuantas caminatas? Cuántas recomendaciones debe un adolescente atravesar, antes de llamarse anciano?
La respuesta mis amigos; en la página amarilla en la página roja en la página social en la página hípica en la página cómica del obituario celestial
en la pátina del tiempo pero nunca en el viento. (Poema escrito por Mario Mendoza, en la Facultad de Arquitectura y Artes de la U. de Chile de Valparaíso, año 1972) Homenaje a Bob Dylan
(De un autor anónimo de la Facultad de Arquitectura de la U. de Chile de Valparaíso)
Sólo buscamos un camino, una línea divisoria para no embebobarnos mas pusiste un disco de los Beatles que no me gustó nada. Para variar prendiste un cigarro y se te heló el corazón porque no sabias fumar. Mejor; lo apagué en la ventana y tu tristeza duró cinco minutos porque estabas ridícula. Pero se te pasó después con una de Garfunkel que me gustó menos. Te pusiste a llorar. Y se me heló el corazón cuando aplasté el cigarrillo contra la ventana porque yo no sabía llorar ni de oído.
Son falsos los laureles y se acaban los sedantes. Nosotros. de las materias primas ya estamos aprendiendo nuevas rimas.
Somos nuevos a pesar de la herida veterana y de la pinta.
Todo está reciente. Reluciente. Con inquebrantable aroma y destellos poderosos ya estamos. Germinamos.
Estamos naciendo con urgencia desde fragmentos triplicando vida y vida más de las que podrías algún día a día conocer.
Un pálpito boreal siembra sus cándidas semillas y en la boca aletea la nueva humanidad con su placenta fresca Estamos naciendo. Y berreamos. Respiramos y rugimos Desde luego... ya no hay duda, Principiamos.
Debutamos a partir de cero
Es energía sin barniz Incendiados sostenemos nuestro sol recién parido Desde luego que es así. Lo merecemos Es lo menos.
Los hombres con grietas son más viejos que las mismas grietas Ellos han plantado muchas veces repetidas y se llaman asimismo campesinos A los campesinos que conozco se les vuelve el alma pecho por el trigo porque a pleno asfalto no se hayan Son intensos y completos y tienen tanta herida que me siento gratuito al contemplar sus manos con los callos granos
Tal vez y sólo es un acaso nos perdernos cantando por el monte para reírnos de utopías rancias de las cuales oportunamente tomaremos nota junto a la fogata de la estancia para promulgar que somos los agrarios y rurales eruditos del trino en la mañana y benditos por los cuatro puntos cardinales.
He consumido toda mi vida pensando en el olvido de los muertos fumando las ansias de lo eterno en la cavidad enferma de la gente sola.
Lo creo seriamente Incluso sinceramente.
Ahora que siento el difuso sonido que aletea en las fisuras de mi mente digo que es de ebrios acordarse del olvido que es de locos contemplar hacia la muerte.
Y esa música de infancia con pífanos de filos carniceros a pesar del circo del libre mercadismo o marxismo leninismo nunca dejó de cantarle a los zapatos sin regreso de los muertos ni a la muela cariada de algún viejo.
He masticado mucho a esta persona y eso, nadie me lo perdona.
Es sólo humo de crepúsculo y las goteras al entrar al camposanto el que me arrancó algunas lágrimas para escribir este quebranto sin ningún escrúpulo.
Las gotas caen muy tristemente en la superficie horizontal Todo está monótono y no aplaca ese olor que rebana las narices. Se escuchan ene toses Y el fulgor del piso hace todo más vacío cuando explota ese quejido. Hay por supuesto pasos de goma muy perplejos y eruditos y hay pasos de miedo que no perciben mis suspiros Sólo aquí tendido se conciben. Hay luces que prenden velas sin sospechas y al vinilo pulcro del quirófano perfecto van los roces que discrepan con lo que sería mi intelecto. Hay pura burbuja directa a la mía vena que me inyecta su mirada seria por un tubo y envenena el doliente miedo que me hiede como siempre en la herida que supura mis bacterias asesinas. Soy un ente tibio que se inmola a los cuchillos.
Magia de invierno es el cementerio, Algunas veces esperando el alba destiñendo estrellas aparece un rayo de sólido ensueño. Por horas y horas cubro jornadas. esperando en la fosa disfrazando el enojo de mis pies y mis ojos.
Todo esto es muy hermoso.
Sí; damas y caballeros magia de invierno tiene el cementerio. Muy bonito entierro . Eran un cardumen las instituciones. Muchos plañideros agotaron sus discursos
Coronas llovieron Muy bonito entierro los diarios informaron. Salvas y el silencio. Dios te guarde. Era un marinero unos dicen necio otros dicen bueno.
Y sus familiares miran sin consuelo aquello que se pudre en la negra fosa.
El cráneo se golpean los ángeles de averno y al ritmo de los talones muelen tinieblas. La carne elemental espera. El odio el aire repleta salpicando con muertes discretas. Pero son muertes menores. Por esconderse del cielo los astillados pechos Por una pocilga valen los muertos. Y ni tembló la luz del sol por esa herida.
Hay pavorosas preguntas Hay sepultureros con apellidos cristianos. Y están los muertos. ¿Qué perdurará después de estas palabras? Perdurará el olvido, el sigilo a pesar de la derrota o a pesar de la victoria.
No me han de doler las ausencias. No me han de encontrar las mentiras. Escaparé a ver esa lluvia y regresaré más limpio que un vidrio transparente.
Me han dicho que sólo mi rostro le basta Un rostro de piedra Un mortuorio de mirada feroz.
No me atraparán desnudo, soy omnipotente No sacaran ni una pluma de mis alas de ángel Regresaré más mojado que un recién bautizado
Bañado con aguas del cielo más puro volveré con historias recientes historias reales. Y no he de morirme primero ni cagando No más porque sé De qué puedo salvarlos.
voy llegando a la postrera en vez primera. Lo digo velozmente sin temer las consecuencias. Pasará de largo esa culpable batiendo sus mohosas que no ceden. Es lo que sueña mi deseo. Pero es la carne nueva la que mata hoz a hoz en cuchilladas cotidianas la que va acortando mis pisadas (según cuentan esos viejos familiares que murieron). Pasto tierno al corazón de vida bueyes viejos temerarios al dilema Ya no alcanzan tus festejos que tañeron los efebos Pisando tus pisadas sin tocar talones ni zancadas va el presagio adolescente en la misma retirada. Esos dientes que te faltan sin sonrisas verdaderas o son sin rosas las primeras estocadas que me pudren ¡Esa es la cuestión de tanta carcajada! Sin saber a quien diriges la misma excomulgada puñalada Adiós a la faltante lastimera Con la misma flecha de Cupido esa muerta te atraviesa el corazón al fin de cuentas Lanza de una sola vez tu vil saeta que me espera a la vuelta de la esquina y al final de la jornada