El cráneo se golpean los ángeles de averno
y al ritmo de los talones
muelen tinieblas.
La carne elemental espera.
El odio
el aire repleta salpicando con muertes discretas.
Pero son muertes menores.
Por esconderse del cielo
los astillados pechos
Por una pocilga valen los muertos.
Y ni tembló la luz del sol por esa herida.
Hay
pavorosas preguntas
Hay
sepultureros con apellidos cristianos.
Y están los muertos.
¿Qué perdurará después de estas palabras?
Perdurará el olvido, el sigilo
a pesar de la derrota
o
a pesar de la victoria.