TARDE EN EL HOSPITAL


Las gotas caen
muy tristemente en la  superficie horizontal
Todo está monótono
y no aplaca ese olor que rebana las narices.

Se escuchan ene toses
Y el fulgor del piso
hace todo más vacío cuando explota ese quejido.

Hay por supuesto
pasos de goma muy perplejos y eruditos
y hay pasos de miedo que no perciben mis suspiros
Sólo aquí tendido 
se conciben.

Hay luces que prenden velas sin sospechas
y al vinilo pulcro del quirófano perfecto
van los roces que discrepan
con lo que sería mi intelecto.

Hay pura burbuja directa a la mía vena
que me inyecta su mirada seria por un tubo
y
envenena el doliente miedo que me hiede
como siempre
en la herida que supura mis bacterias asesinas.

Soy un ente tibio
que se inmola a los cuchillos.